Cuando hablamos de distribuciones en las que el número de diferentes tipos de cosas es muy grande (gran variedad, o una heterogeneidad absoluta), nos podemos encontrar con una cola pesada (a lo que en inglés se le llama long tail), como podría ser el caso de los libros publicados en la historia. Si sólo nos fijaramos en el número total de libros veríamos que el peso de unos cuantos libros se llevaría gran parte del número total, pero en cambio, habría una cantidad nada despreciable de libros, que a pesar de que la existencia de cada uno de ellos es de unas pocas copias, la suma de todos estos libros marginales es la que convierte a este segmento en un mercado con entidad propia.
Visto desde la perspectiva del usuario, o sea de sus preferencias, aquellas personas que están cansadas de buscar en el mainstream de la masa, tienen una dificultad en encontrar lo que buscan en las librerías tradicionales, a no ser que se trate de La Central.
Lo que a mí me gusta, sólo me gusta a mí y a 4 gatos más esparcidos por todo el mundo. No lo tendremos a nuestro abasto nunca, desde la perspectiva clásica, por que "no" tiene mercado. Esto implica que hay una serie de intereses, que vistos ahora desde la perspectiva de los contenidos digitales -igualmente masivos y heterogéneos... y creciendo- nos encontramos con un escenario similar, pero que ya no depende de las reglas del mercado sino del propio mercado, o sea, de los usuarios, que son capaces de encontrarse en su propio punto de equilibrio, por muy marginal que sea.
La cuestión es la siguiente: ¿Qué valor tienen las cosas? ¿Qué valor tiene una canción? ¿Qué valor tiene un contenido? ¿Qué valor tiene una noticia? ¿Existe alguna alternativa para encontrar un trato justo entre el creador -artistas de cualquier tipo incluidos- y el usuario, dentro del nuevo universo digital?
unocent es nuestra propuesta... pero para eso habrá que esperar.
Sobre todo no desvistamos un santo para vestir otro... que el santo que nos quedaría desnudito es el que nos puede hacer e-volucionar. Hay margen para todos, sólo que las reglas son distintas, por lo tanto, nos toca adaptarnos, sin confundir valor con precio, para quedar bien con Machado.